Tanto en el budismo como en el cristianismo el propósito final de la vida se dirige a la felicidad eterna del hombre después de la muerte (en el Budismo, esto significa liberarse del samsara; en el Cristianismo, esto significa retornar al Paraíso Celestial o el "Reino de Dios").
Las normas de vida del Budismo y del Cristianismo nos llevan ambas a conductas éticas, a una filosofía existencial que puede ser compartida por todos, muy por encima de complicadas teorías o dogmas.
Budistas y cristianos animan al hombre a hacer el bien en esta vida y le orientan a desarrollar una práctica moral, una “higiene de vida” que venga marcada por la bondad, y además proporciona el fundamento filosófico-práctico para conseguirlo.
Un cristiano puede seguir la filosofía budista sin entrar en contradicción con su fe, pues el budismo puede enseñarle técnicas muy valiosas que pueden ser integradas en la vida de cualquier cristiano, por ejemplo la “Meditación Metta Bavana” o meditación para desarrollar bondad y tolerancia. Y todo esto sin renunciar a las creencias y raíces cristianas.
Como bien expresó el lama Anagarika Govinda: "Así, podríamos decir que el Dharma –como experiencia y forma de realización práctica—es una religión; como la elaboración intelectual de esta experiencia, una filosofía, y como el resultado de la auto-observación y el análisis sistemático, una psicología. Todo el que recorra este sendero adquiere normas de conducta que no están dictadas desde fuera, sino que son el resultado de un proceso interior de la maduración que –contemplándolo desde fuera—podemos llamar moralidad. Desde la perspectiva budista, la moralidad no es la causa sino el efecto de la actitud mental".
Como podemos ver, tanto en cristianos o budistas es esa "coherencuia interior" la que surge cuando se da la armonía entre esa actitud y nuestros actos.
Las dos doctrinas comparten valiosísimas enseñanzas, como la meditación contemplativa, la oración y el “presentismo” (vivir centrados en el presente, como se hace en la “Oración del Corazón” cristiana, por ejemplo).
San Jerónimo (siglo IV) menciona incluso el nacimiento de Buda y dejó escrito «que nació en el seno de una virgen». Escritores cristianos de los siglos III y IV como Hipólito y Epifanio dejaron constancia escrita de “un escitiano que visitó la India alrededor del 50 d. C., trayendo de allí la doctrina de los dos principios". Según estos autores, "Terebinthus se presentaba a sí mismo ante el pueblo como Buda («él se llamaba a sí mismo Buda») y así dejó constancia de ello el obispo griego y doctor de la Iglesia Cirilo de Jerusalén. Terebinthus fue a Palestina y Judea donde conoció a los apóstoles y por último se trasladó a Babilonia, donde transmitió sus enseñanzas a Mani", creando lo que sería un budismo sincrético persa, el maniqueísmo.
Uno de los grandes padres y santos de la Iglesia Occidental, Agustín de Hipona, fue en un principio maniqueísta. En el siglo II, el cristiano Clemente de Alejandría reconoció y así dejó por escrito la influencia de los budistas bactrianos (los llamados Sramanas) en el pensamiento griego. Interesantes hechos históricos no lo suficientemente divulgados, ¿verdad? El cristianismo "bebió" también en las fuentes de algunas de las enseñanzas budistas, y justo es reconocerlo.
Ante todo ello creo que es necesario reflexionar acerca de la importancia de conocer la mística de ambas doctrinas, ya sea uno practicante budista o cristiano. El maestro budista Ducor aconseja a las Iglesias cristianas "hacer conocer el tesoro espiritual del cristianismo para que sea este el mensaje que llegue a las personas. El cristianismo – prosigue - tiene en esto un gran tesoro. Pienso en los Padres de la Iglesia y en sus estupendos textos. Pienso en la oración y en la herencia monástica". ¡Cuánta razón encierra sus palabras! Debemos bucear sin miedo en ambas aguas y beber de sus fuentes limpias y claras, sin temor y libres de prejuicios.
Concluiré esta entrada con unas citas que fueron el colofón del Congreso de Roma Budista-Cristiano, celebrado el 8 de mayo de 2008. Miembros de la asociación budista Rissho Kosei-kai, así como otros expertos cristianos y budistas de varios países han profundizado en el concepto de compasión budista y amor cristiano, dejando escritas estas bellas sentencias:
“En cristianismo, el punto fuerte es el amor, el ágape. En el budismo tenemos la bondad y la compasión, a través de las cuales mejoramos la sociedad para el beneficio de otros”.
“Es la tercera vez que nos encontramos y ha tenido un significado especial, como budistas y cristianos hemos profundizado lo que significa la compasión budista y el amor cristiano. Creo que en la práctica de este amor y comprensión podemos encontrar profundidad”.
“Hemos intercambiado la experiencia religiosa personal de nuestra propia fe”.
“La unión de budistas y cristianos en aras de un mundo más pacífico, es una verdadera bendición. A pesar de todas las diferencias, las aparentes diferencias, de cultura y tradición".
Por eso deseo que budistas y cristianos oremos juntos por la paz en el mundo; especialmente en estos días por las víctimas y familiares del accidente ferroviario del pasado 24 de julio en Santiago de Compostela. Y no debemos olvidar incluir en las oraciones al maquinista Sr. Garzón, lapidado por los medios de comunicación y por muchos sectores de la sociedad, que casi piden su linchamiento público. ¿Quienes somos nosotros para juzgar a nadie?
Dejemos que la justicia realice su trabajo y que nuestro corazón esté siempre al lado de los que sufren, aunque hayan cometido errores de consecuencias inimaginables.